Había un perro que acostumbraba morder sin razón.
Le puso su amo una campanilla para advertirle a la gente de su presencia cercana. Y el can, sonando la campanilla, se fue a la plaza pública a presumir. Mas una sabia perra, ya avanzada de años le dijo:
n ¿ De qué presumes tanto, amigo ? Sé que no llevas esa campanilla por tus grandes virtudes, sino para anunciar tu maldad oculta.
n -perdon? Vos sabes de mi vida? Si llegaste a vieja, poca sabiduría tienes
n Igual , o me tuteas o me hablas con propiedad, replico la perra
n Es verdad, dijo, el perro presumido
n Bueno, nada mas que hablar.
n Hecho.
Y se fueron cada uno por su lado, con mucha vena, por que muchas cosas se tenian para decir. Todavía no se supo como, pero en ese momento, NAPALM cayo de las nubes y todo ser vivo murio agonizando horrorosamente.
Dios, en sus memorias, en este capitulo, insiste en que algun boludo apreto napalmizador que estaba bajo la alfombra del monoambiente que alquilaba, por que de su casa se habia ido. Igual, esa, esa es otra historia…
Moraleja: Los halagos que se hacen a sí mismos los fanfarrones, sólo delatan sus mayores defectos
No hay comentarios:
Publicar un comentario